Como lo estás leyendo. Comer con consciencia es uno de mis propósitos para el año entrante. Y también el de Carolina Rïn que habla de nutrición con verdadera pasión.
Aunque ha sido cocinera en algunos de los mejores restaurantes del panorama vasco a ella lo que le atrae es ayudar a los demás a saber cómo alimentarse correctamente, averiguar qué les puede perjudicar y qué pautas seguir para llevar una vida saludable.
Su anterior entrevista en este blog es uno de los posts más leídos. En él Carolina contestaba a preguntas universales de forma sencilla y nada estricta (para no desmoralizar a los que tenemos una fuerza de voluntad rasa).
El creciente interés por este tema y nuevas dudas son excusa perfecta para reunirme con ella en el hotel María Cristina de San Sebastián para desayunar y ponernos al día de las pautas alimenticias que “están de moda”. Porque, a veces, ¿no parece que nos dejamos llevar por modas? ¿Es cierto que los cimientos de la nutrición se han tambaleado? Carolina nos da su parecer sobre varios puntos candentes:
Seguimos aprendiendo.
No, no es así exactamente. Ni las modas mandan ni la base de la nutrición saludable ha cambiado. Las directrices que dábamos los profesionales hace tres años no están obsoletas, al contrario, ya están consolidadas.
La alimentación saludable ya está en la calle. La información está al alcance de todos, tenemos conocimiento y acceso, y la publicidad ya no nos engaña como antes.
Estamos re-aprendiendo a comer y a cocinar. Hemos vuelto a entrar en la cocina, hemos rescatado el cuaderno de recetas de las madres o las abuelas y nos gusta experimentar, guisar para la familia, para los amigos y para nosotros mismos.
Seguimos a cocineros en la televisión y en las redes sociales, compramos libros, descargamos programas y recetas. Regalamos utensilios para cocinar.
Estamos bombardeados por muchísimos datos e información a través de todos los canales y conocemos ingredientes y maneras de cocinar impensables hace unos años.
Nutricionistas locales de referencia nos dan consejos a diario a través de instagram o abren centros multidisciplinares en los que mezclan dieta, deporte, psicología…
¿Cuál es la asignatura pendiente?
Ahora hay que concienciarse en la correcta y exhaustiva lectura de las etiquetas, asegura Carolina. Es el momento de leer bien las etiquetas de los alimentos porque la publicidad no siempre nos encamina hacia la salud, advierte.
Leer las etiquetas
Carolina no se refiere únicamente a ver cuántas calorías aporta un alimento sino que va más allá de la tabla nutricional y hace hincapié en que nos informemos del origen de ese alimento y, en su caso, sobre la elaboración del mismo en caso de haber sido procesado.
¡Ojo! El envase o una pequeña indagación nos puede decir mucho sobre el respeto de la marca hacia el medio ambiente, hacia la economía de su región, sobre la explotación forestal o la utilización de ingredientes nocivos para la salud, por citar algunos datos.
Publicidad engañosa
Muchos tenemos asumido qué es saludable para comer y cenar. Ya hemos interiorizado más o menos la famosa pirámide y cumplimos con las raciones de fruta y verdura; cereales, pescado, la copita de vino y menos carne… Pero, ¡ay! cuando nos salimos de los apuntes… ¡pecamos!
Y es precisamente en el desayuno y entrehoras cuando las estadísticas dicen que nos relajamos. Carolina lo tiene claro, pecamos una inmensa mayoría y es precisamente por eso por lo que hay tanta publicidad engañosa de productos que se consumen en esas franjas horarias. Y el “entrehoras” abarca muchas, te lo aseguro.
La industria alimentaria estudia lo que nos encanta y engancha por lo que sus esfuerzos van dirigidos a ganar nuestro dinero y no en invertir en nuestra salud, sentencia Carolina.
Comer con consciencia
Nuestro esfuerzo debe enfocarse en tener criterio, en mirar por nuestra salud. Porque la mayoría de las marcas no lo van a hacer por nosotros. Así que toca ponerse las pilas y tomar conciencia en el asunto, apostilla.
Obesidad e infancia
Aquí Carolina se muestra tajante. Estamos educando niños con paladares muy subidos de sabor, similar al gusto de la gente del “país de la Coca Cola”.
En momentos puntuales claro que los niños pueden tomar un refresco o picar alguna bollería. Pero tienen que ser excepciones. Y ser conscientes de por qué son excepciones.
Hoy en la mesa cotidiana familiar se abren botellas de refrescos azucarados, se come bollería industrial y se consumen chucherías. Algo que antes se hacía de manera esporádica ha pasado a formar parte del día a día.
Carolina no exagera; España es el tercer país del mundo desarrollado en obesidad infantil y esto nos obliga a los padres a adoptar ciertas medidas y a cumplir algunos deberes. Y tenemos que dar ejemplo.
Enseguida le pregunto lo que tenía en la punta de la lengua desde el principio de nuestra conversación: ¿Son tan peligrosos el azúcar y la sal, que tanto se han demonizado en la última década?
Azúcar y sal. No tienen por qué ser nuestros enemigos.
Nosotras dos que utilizamos sal de manantial o de valle salado, no refinada y extraída de forma totalmente natural, sabemos que tienen un montón de propiedades, que aportan minerales, son más sabrosas y salan menos. Además, a mí me sienta bien, que tengo la tensión baja.
Por supuesto, sal la justa, sin abusar. Y los que optan por no salar sus platos cuando cocinan, perfecto ya que los propios ingredientes suelen aportar su proporción de sal. No estoy recomendando salar a destajo sino diferenciar una buena sal en cantidad moderada de una sal corriente refinada.
En cuanto al azúcar, está declarado enemigo número uno porque hemos llegado a niveles de consumo estratosféricos. No podemos dejar que nos acostumbren a semejante cantidad de azúcares añadidos. Muchos alimentos ya aportan el azúcar necesario para nuestro organismo y no necesitamos ese azúcar extra que se empeñan en camuflar en muchísimos procesados. Por cierto, una gran cantidad de los mismos denominados “light” o dirigidos a quienes siguen una “dieta sana”.
A nadie amarga un dulce. Pero mejor si lo preparamos en casa o compramos en una tienda/obrador artesanal en lugar de los empaquetados del supermercado. No se trata de prohibir ni de eliminar el azúcar y la sal de una dieta normal. Se trata de reducir aquello que realmente no nos aporta sino placer momentáneo.
Menos mal que Carolina se muestra indulgente. A mí me pierden los roscones navideños, los turrones, los curasanes… en fin, todos los dulces ricos, en general. Así que seré más cuidadosa en la selección de postres e intentaré espaciarlos más en el tiempo.
No se trata de prohibir ni de eliminar el azúcar y la sal de una dieta normal. Se trata de reducir aquello que realmente no nos aporta sino placer momentáneo.
Para terminar, Carolina, danos 5 consejos o propósitos para empezar a trabajarlos ya:
1- Mejorar nuestras compras.
Dónde compramos y qué compramos. Desforestar amazonas versus mantener huertas locales, por ejemplo. Saber que abusar del consumo de ciertos alimentos perjudica a la región productora (normalmente en países pobres o en vías de desarrollo); O estar atentos a cuándo el gran productor se come al pequeño productor.
Conozcamos el verdadero origen y consecuencias de lo que comemos. No es lo mismo comer una conserva de pescado capturado con redes pelágicas sin límites ni control y matando otras especies que apostar por marcas que promueven la pesca sostenible, las especies y mano de obra local.
Conozcamos el verdadero origen y consecuencias de lo que comemos.
2- Leer las etiquetas nutricionales.
Le doy tanta importancia que doy cursos al respecto. Me interesa mucho todo lo referente a la educación desde una simple etiqueta. Los alumnos se suelen sorprender de lo poco que les preocupaba el tema antes del curso.
Estas navidades he impartido unos talleres en Tabakalera (San Sebastián) como embajadora de IZANGOOD, una iniciativa de Kutxa Fundazioa para promover hábitos saludables. Siempre que me llaman intento estar disponible para hablar sobre este tema que considero esencial.
Para facilitar la comprensión de lo que tenemos que tener en cuenta para una alimentación saludable he creado el abecedario de “Comer con Conciencia”.
3- Cocinar más (y compartirlo).
Ambas sabemos lo que significa la falta de tiempo. Y somos conscientes de que son muchos los que cocinan los domingos para toda la semana; En redes sociales -además de millones de recetas- dan estupendos consejos para optimizar ingredientes en diferentes recetas originales y saludables.
Marta, tú les sigues más, pon algunos ejemplos: los blogs de Tere LasMariacocinillas (te ayuda a cocinar recetas saludables con especias y hierbas), Su de WebosFritos (y sus mil consejos prácticos en la cocina), o las nutricionistas Victoria Lozada y Gabriela Uriarte (y sus trucos más sugerencias nutricionales), quienes completan la información con consejos súper útiles en Instagram.
¡Y también éste, Marta!, donde ofrecéis una información rigurosa y muy útil para llevar unos hábitos saludables y cocinar recetas sencillas y sanas utilizando vuestras conservas combinadas con mucha verdura. No pocas veces me inspiro en Delicias del Mar Cantábrico para hacerme un plato fácil y completo con producto de temporada.
En este punto reconozco que me tengo que poner las pilas. No he parado de trabajar durante todos estos años pero no me he prodigado online y en este aspecto estoy un poco desfasada. Ésta es realmente mi asignatura pendiente: lanzarme de una vez al público en internet, confiesa Carolina.
Volviendo al tema práctico en la cocina, congelar es también una estupenda opción. Si vivo sola, cocinaré un perolo de legumbre que podré dividir en varias raciones que estarán listas en mi congelador. Hay muchísimos trucos para no caer en tentaciones.
4- Comer con consciencia
Comer mal es más fácil y más barato. Además, nos suelen presentar mucho más atractivos a «los malos» que a «los buenos». Superemos esta barrera e indaguemos en la industria alimentaria: nuestra salud está en juego y también la salud del planeta.
5- Educar a los pequeños
En casa, con nuestro ejemplo, daremos una educación vital a nuestros hijos/nietos/sobrinos.
Como siempre dices, Marta: “Comer bien y escoger productos buenos no depende tanto de la capacidad adquisitiva de uno sino, más bien, de su educación culinaria en casa, de su preocupación por lo que compra y lo que cocina, por la salud familiar. Veo escoger verdura fresca local, fruta de temporada, legumbre, conservas, bebidas y cereales de calidad a amas de casa de clase media en el mercado o en las tiendas del barrio; Mientras conozco a personas que podrían permitirse percebes todos los días pero llenan el carro de comida barata y procesados de dudosa calidad porque no valoran su alimentación lo suficiente. Tienen otras prioridades”.
Comer bien y escoger productos buenos no depende tanto de la capacidad adquisitiva de uno sino, más bien, de su educación culinaria en casa.
Más sobre Carolina.
Carolina Rïn abre a partir de enero su consulta de dietista en la calle Prim 4 de San Sebastián, Centro médico estético MK. Aparte, no deja de participar en eventos que lleven a cabo la divulgación para promocionar una alimentación con conciencia y asesoría gastronómica.
Si quieres descargarte el abecedario de Comer con Conciencia de Carolina y pegarlo en tu nevera pincha este enlace. Imprímelo bien grande y léelo a menudo en voz alta para que todos en casa vayan interiorizándolo y lo comentéis juntos.
Yo me apunto a comer con consciencia en 2018. ¿Y tú?
1 Comment
Excelente artículo, pero es triste ver que muchas personas en la actualidad casi no cocinan todo lo compran hecho o bien comen «en la calle», se sabe que en estos tiempos casi no tenemos tiempo para nada, es mundo muy rápido que si te pones a pensar un momento ya te deja atrás. Además, pienso que la gente tiene una mala concepción de que comer sano es igual a algo costoso cuando se puede comer bien con lo que se tiene en casa, simplemente reduciendo un poco las cosas fritas, condimentos y menos alimentos con grasa.