Bonito del norte todo el año

Sí, ya nos hemos enterado de que la temporada ha sido buena, que ha terminado y que volveremos a comerlo fresco el verano que viene. Y ¿No es un lujo poder gozar de Bonito del norte todo el año en conserva? Bonito del norte de campaña, del Cantábrico del País Vasco, de calidad. Sabiendo de antemano que ha sido pescado de forma sostenible y tratado de forma artesanal, lo que te convierte en un Consumidor de Calidad, claro que sí.

Y tú ¿qué eres?

Consumidora Consciente, buen gourmet, caprichoso, delicada, observador, ecológica, inteligente, bonita, inquieto, responsable… Llámate como más te guste. Has de saber que el acto de comprar, de elegir y de consumir habla de ti, de tu manera de ver el consumismo, la comunidad, la vida y el planeta.

¡Vaya filosóficos nos estamos pondiendo, no? Será la influencia de los últimos coletazos de agosto, las vacaciones de tantos que van llegando a su fin, el calor pegajoso de muchos lugares, el relajo absoluto o simplemente flotar en el mar dejando en tierra penurias, conflictos y malas noticias por unos instantes. Divagar.

La vida sigue, los problemas no desaparecen, incluso irrumpen nuevas tragedias o pequeñas complicaciones diarias. Nadie prometió que esto sería un mar en calma. Cada uno sabrá qué detalle o gran acción está en su mano para poder cambiar o mejorar ciertos aspectos de su vida o su comunidad. No voy a entrar ahí. Simplemente quiero insistir en que los pequeños gestos cuentan. Y en animarte a no caer en el desánimo propio del fin estival -a mí a veces me pasa- y afrontar septiembre con optimismo y ganas de hacer cosas, romper moldes, avanzar.

Saber apartar durante unas horas el runrún cotidiano, extender un mantel (quien dice un mantel, dice unas palabras amables); Preparar un menú deliciososo (quien dice receta, dice una mirada cómplice); Descorchar (quien dice abrir una botella o botellín, dice abrirse, compartir, ser generoso).

Bonito del Norte todo el año. Del Cantábrico. De camapaña. De desconexión.

Para los que en verano no tenemos ese ansiado mes de vacaciones -esas tres o cuatro semanas seguiditas que te hacen desconectar hasta de tus pestañas- ¡e incluso no hemos visto el sol en el Cantábrico!- va dedicado este picnic. Porque hay que saber exprimir los momentos, saber convertir un día anodino en todo un acontecimiento, reconocer el trabajo detallista de los demás, una sonrisa, unas ricas viandas o un buen picnic preparado con cariño.

Eva preparó este picnic amoroso para personas queridas. Tú habrás hecho lo propio a tu manera. O lo habrán hecho contigo. Seamos agradecidos. Seamos conscientes. Y abramos un tarro de lomos de bonito del norte de campaña en medio de la naturaleza o en un parque entre edificios. Ese ratito de desconexión y disfrute no te lo puede robar nadie.

Y así durante todo el año, también en invierno. Saber apartar durante unas horas el runrún cotidiano, extender un mantel (quien dice un mantel, dice unas palabras amables), preparar un menú deliciososo (quien dice receta, dice una mirada cómplice), descorchar (quien dice abrir una botella o botellín, dice abrirse, compartir, ser generoso).

Disfrutar de bonito del norte todo el año, cuando se conoce su procedencia y forma de preparar, es una manera de apostar por el optimismo y la esperanza; Por el disfrute y «un kitkat de lujo». Y, muchas veces, por compartir. «Hey, ¿improvisamos, nos juntamos los cuatro y preparamos un piscolabis para vernos y charlar?».

Bueno, y no sigo porque me estoy yendo por las ramas aunque estoy segura de que a estas alturas reconoces esta onda y ya perdonas mis reflexiones.

Gracias, Eva, por compartir este picnic tan apetecible y esos ratos especiales tuyos a través de tu blog e instagram.

¡Salud!

Marta Olass