No os penséis que voy a desnudar a algún deportista o cocinero, aunque ya nos gustaría…
Lo que está desnuda es mi cocina después de toda una semana sin hacer la compra. Se fueron acabando las verduras, la leche, los huevos, el pan congelado, el jamón y el queso… Trabajo, viajes, prisas, labores, visitas, familiar enfermo, pereza… escoge la excusa (buena –porque todas lo son) que mejor te vaya.
El caso es que tengo hambre. Entro a casa bastante tarde porque cuando he vuelto de la oficina he encontrado las fuerzas (y la necesidad) de hacer 50 minutos de carrera a buen ritmo y ni se me ha ocurrido pasar antes por alguna tienda. Me muero. La cocina parece de anuncio (de cocinas), límpida, sin tan siquiera una miga despistada en la encimera. Tengo 20 minutos para volver a salir disparada de casa.
Espera, espera…. Bendita despensa!!!! Zapatillas que salen volando, ducha rápida y me sobra tiempo para comer y recoger.
Recién vestida, vuelco mi lata Abrir y Zampar de atún con alubias en un plato y en lo que tardo en sacar un mantel individual, cubiertos, servilleta y vaso ha sonado el timbre del microondas. Mmmm, qué aroma! Parece que mi madre ha venido a casa a cocinar para mí.
Y no puedo sentirme más sana y orgullosa. La ración de la lata contiene menos de 300 calorías! Me puedo permitir la copita de vino y el flan de postre. Y a seguir danzando, que el día es largo y con las pilas cargadas se afronta mejor!
Pero prometo hacer la compra. Y mantener siempre bien provista mi despensa y mi colección de vinilos 🙂
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