Tonta tarde de domingo de otoño. Está lloviendo y ahí fuera hace frío. Los deberes están hechos, la televisión está apagada, me acerco el libro con el pie para no despertar a Ana que ocupa tres cuartas parte del sofá y miro de reojo a Guillermo que mira embelesado las gotas que se deslizan en el cristal formando caminos verticales, juntándose unas con otras, aumentando su tamaño, ganando más peso y cayendo más deprisa. «Guille!» le sobresalto. «Hacemos algo divertido en la cocina?»
Su carita cambia instantáneamente. Echaba de menos las manualidades con su padre: amasar pan, preparar el desayuno para mami, las meriendas golosas a base de madalenas recién horneadas… en un centro de operaciones que ha entendido que es el corazón de la casa.
Nos acabamos de mudar y estamos agotados. Dicen que las mudanzas provocan discusiones, caída de cabello, desidia y mal humor. Nuestro síntoma es no poder ni movernos del cansancio pero nuestro pequeño merece un esfuerzo: cerramos la puerta de la nueva y flamante cocina, il cuore de la casa, ponemos suave «O cammello ´nnammurato» de Pino Daniele y sacamos la Imperia para preparar pasta fresca.
Llevamos una semana mal comiendo, picoteando aquí y allá, Guille acostumbrándose a los menús de su nuevo colegio y nosotros deseando estrenar nuestro comedor: son la mesa y las sillas de antes pero aquí lucen mejor.
Tenemos una nueva adquisición en la cocina: una mesa blanca de cristal espaciosa que llama a trabajar sobre ella. La harina cae fantástica encima; mezclamos los huevos que metemos en el volcán y amasamos juntos, divertidos, yo con un vaso de Barolo cerca, Guille con un batido de fruta de una huerta en Madrid que nos ha salvado las dos últimas cenas.
A Ana le despiertan nuestras risas y nos mira a través del ojo de buey de la puerta corredera que nos separa. Cuando ve el polvo blanco que cubre media cocina decide llenarse su copa de vino y desaparecer para poner la mesa lejos de nuestras manos pegajosas.
Os dejo con Guille, ufano, tras cortar y cocer la pasta. Aún no hemos hecho la compra pero algunas conservas viajaron con nosotros. No queremos complicarnos: aceite de oliva virgen extra y unas cucharadas de salsa de tomates secos Olasagasti que puedes comprar online en este enlace.
Salsa italiana de Tomates Secos |
Buon appetito, ragazzi.
Esta historia es ficticia pero me he inspirado en unas personas maravillosas muy reales. Espero que a ellos les haya gustado.
Marta Olass
Daniel Sánchez, incansable con su cámara, por Kaiku |
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