Las empanadillas de Laura son especiales.
Viajar es una constante en su vida. Y haber vivido en los más dispares enclaves con gastronomías diversas, ricas y, a veces, extrañas o recargadas hace que sienta nostalgia de su hogar y su cocina. Lo que ocurre es que cuando vuelve no es que tenga muchas ganas de pasar horas cocinando y limpiando pero tampoco de salir todos los días a comer por ahí -está harta de callejear, de estar fuera de casa-. Intenta que su madre -encantada- le invite una y otra vez a comer albóndigas, marmitako, menestra, croquetas y tarta de limón. Y, en ocasiones, nada como recogerse en su precioso apartamento, reunir cuatro ingredientes sencillos, tres amigos, dos botellas de vino y un gato. Y preparar cualquier cosa medio rápida, eso sí, con mucho cariño y buena música de fondo. Éstas son las empanadillas que me preparó la última vez que paró por Bilbao:
Ingredientes:
1 paquete de obleas para empanadillas
1 calabacín
1 cebolla hermosa
1 pimiento verde
Salsa de tomate
1 lata de Atún Claro Olasagasti (200 gr)
1 puñado del alcaparras
1 chorrito de aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal para el relleno
Abundante aceite de oliva para freírlas.
Elaboración:
Mientras probamos un blanco que ha traído de Alemania, picamos la cebolla y el pimiento. Suena Impossible Germany de Wilko y me hace cortar el calabacín en trozos pequeños. Sofreímos todo con el chorrito de aceite de oliva virgen extra y la sal. Esta canción le recuerda a Laura una de las veces que extraviaron su maleta y ligó en un aeropuerto europeo: vivió durante meses una bonita historia de encuentros fugaces en varias ciudades hasta que la distancia y los desplazamientos la hicieron insostenible. La verdura está casi lista y añade dos vasos de salsa de tomate -porque no tenemos frescos, aún no es época de tomates de verdad-. Finalmente, un buen puñado de alcaparras. Laura no concibe el atún sin ellas desde que vivió seis meses en la isla siciliana de Lampedusa.
Con la sartén fuera del fuego, vierto la lata de Atún Claro Olasagasti y Laura busca en el iPad fotos de aquel chico. Se parece a Montgomery Clift, le digo. Nos reímos y voy a abrir la puerta a los otros dos que llegan, mientras ella mira a través de la ventana, hacia el cielo, quizás en busca de algún recuerdo… hasta que Juan la levanta por los aires y le planta un beso en la mejilla. De vuelta a la encimera real, Laura se vuelve a centrar en sus empanadillas: Dispone un montoncito de la mezcla sobre cada oblea que va cerrando con ayuda de un tenedor. Entretanto el resto nos repartimos las tareas de poner la mesa, preparar la ensalada y extender el jamón, las anchoas y los espárragos (no nos complicamos ni a la hora de elegir los entremeses, de primera, eso sí).
Fríe las empanadillas en abundante aceite de oliva virgen extra bien caliente y las saca a un plato sobre papel absorbente. Para cuando empezamos a servirlas ya hemos abierto la segunda botella de vino.
Qué ricas, Laura! Y ella confiesa: «Pues muchas veces, cuando no se me ocurre qué preparar, me inspiro en las recetas del blog de Delicias Olasagasti. De hecho, hoy he adaptado una de sus recetas con lo que tenía ;-)»
Proost!
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