Jon ha encontrado trabajo en Francia, se marcha a vivir a Niza. Ha organizado en su apartamento una cena de despedida o, como dice él, de programación de visitas, porque espera que todos vayamos a verle en un momento u otro.
Me ha pedido que prepare un plato para combinar con varias ensaladas templadas, que son su especialidad. Había pensado cocinar una quiche en honor al país de su acogida pero se me ocurrió que, mudándose a Niza, una pissaladière era lo más acertado ya que se trata de la pizza provenzal típica de esa ciudad.
Ingredientes:
1 masa para pizza
(Si hacemos la masa en casa: 300 gr de harina de fuerza, sal, 150 ml de agua tibia, 2 cucharaditas de levadura rápida seca, 2 cucharadas de aceite de oliva).
Ingredientes para la cobertura: 3 cebollas, 2 dientes de ajo, aceite de oliva, medio vaso de vino blanco, 2 hojas de laurel, 1 lata de 45 gr de filetes anchoas en aceite de oliva Olasagasti, aceitunas negras, pimienta negra, orégano y tomillo.
Así la preparé:
Para la masa de pizza (puedes ver el vídeo en este enlace), vertemos la harina en un bol. En un vaso mezclamos el agua tibia, la sal y la levadura, la batimos con un tenedor y la incorporamos al bol de harina. Añadimos el aceite de oliva y amasamos bien hasta conseguir una mezcla lisa y elástica. Hacemos una bola con ella, la ponemos en un cuenco, la tapamos y la dejamos reposar en un lugar cálido una hora o hasta que doble su volumen.
Si hemos comprado la masa, la extendemos. Con un rodillo la podemos dejar más fina. Recortamos el borde de la misma que montaremos sobre el nuevo borde para darle altura.
Cortamos la cebolla en juliana y pelamos los ajos. Pochamos la cebolla en aceite de oliva virgen extra en una sartén a fuego muy bajo. Añadimos los ajos y el laurel dejándolo sofreír bien durante una hora aproximadamente, removiendo para evitar que se pegue. Cuando se vaya evaporando el agua que ha soltado la cebolla, añadimos el vasito de vino blanco. Una vez esté confitada la cebolla, la retiramos del fuego y la reservamos.
Precalentamos el horno a 200º. Si la masa es casera, después del reposo la amasamos un poco más antes de extenderla y le damos la forma de la bandeja del horno o del molde que vayamos a utilizar. Yo he escogido un molde redondo típico de pizza que untaremos con aceite de oliva para que no se pegue la masa. Pinchamos la superficie de la misma con un tenedor.
Retiramos el laurel y el ajo de la cebolla, repartimos ésta sobre la masa y espolvoreamos el orégano. Horneamos durante 25 minutos, hasta que dore la masa.
Una vez fuera del horno -ya sabes que yo siempre aconsejo no meter las anchoas en conserva en el horno, sobre todo tratándose de Anchoa de Calidad- vamos colocando los filetes sobre la cebolla, formando un enrejado. Por último, repartimos las aceitunas negras (yo he utilizado un bote que había comprado hace tiempo de unas ya horneadas) aprovechando los huecos que dejan las anchoas. El toque final se lo damos con un poco de pimienta negra recién molida y el tomillo bien picado.
Como digo siempre, el secreto de un buen resultado en una receta sencilla es la calidad de todos y cada uno de los ingredientes.
Las maletas ya están preparadas. Las mías. Porque pienso escaparme esta primavera a Niza. Y, si es necesario, cocinaré de nuevo para Jon un plato típico vasco, por eso de la añoranza.
Bon appétit, les amis!
2 Comments
Mañana mismo la pongo en práctica. Gracias!!
Apuntado queda para próximas pizzas!!