General, No paramos!

Ecuador de la costera del bonito del norte.

24/08/2022
Pesca de bajura del bonito del norte

Segunda quincena de agosto y ya hemos superado el ecuador de la costera del bonito del norte. Prácticamente todo el país estaba de fiesta esta semana pasada, algunos en sus poblaciones otros de vacaciones -o atascados en alguna cola de la autopista o bloqueados en algún aeropuerto-.

A nosotros nos pilla siempre en plena costera del bonito del norte, fundamental en Olasagasti ya que este pescado azul es nuestro buque insignia. Por lo que somos más de disfrutar las fiestas locales o recibir a clientes que quieren descubrir la espectacular campaña.

Costera del bonito del norte

Llamamos costera a la temporada de pesca en el mar Cantábrico del bonito del norte y de la anchoa. También de nuestra caballa, tan especial como poco conocida, y que este año se ha acercado a nuestra costa con cierto retraso. Tarde pero fantástica, este año hemos pescado una caballa del Cantábirco magnífica. No te la pierdas en nuestra preparación en aceite de oliva virgen extra, es de otro mundo.

Las capturas determinan la duración de la temporada o la costera del bonito del norte. Así se calcula cuándo estamos atravesando su ecuador o llegando a su fin. Las cuotas se estipulan meses antes y la migración del pescado, la labor de los arrantzales y el calendario marcan la temporada (los desplazamientos de los barcos pesqueros, los precios, los kilos).

Dos pescadores sostienen un bonito del norte recién pescado en su barco.
Guimerans justo antes de jubilarse en el Kaximirona.

Cada costera es única, marcada por los factores recién señalados y, fundamentalmente, por el paso del bonito del norte y su localización, cerca o lejos de nuestros puertos, y la cantidad pescada. El tamaño de las piezas y el precio son variables; Este último se marca cada día en la subasta del puerto. Por eso no te extrañe que durante el mismo mes tu pescadería te ofrezca el bonito del norte a precios dispares.

Si visitas los pueblos pesqueros del País Vasco es muy probable que acabes conociendo a personas que han vivido o viven de la pesca de bajura. Gentes que han dedicado sus años en la mar, en los puertos o en una conservera. Manos que trabajan con destreza y rapidez, corazones valientes, maneras austeras, a veces un poco bruscos pero siempre hospitalarios y bondadosos.

Para una empresa que tiene que mantener el precio de las conservas estable supone malabarismos, pero este es otro cantar, que yo sé que a ti lo que más te interesa es la calidad y el factor humano:

El Kaximirona de Getaria.

Por eso hoy me apetece traerte la última campaña en la que participó Juan Mari Guimerans, aita de Esti, trabajadora en Conservas Olasagasti, antes de jubilarse en el Kaximirona, embarcación del puerto de Getaria.

Cuadro del barco gipuzkoano Kaximirona donde Guimerans faenó durante los últimos 12 años de su vida profesional.
Cuadro el Beti Piedad.

Ocurrió hace doce años. Desde entonces Juan Mari no sale a faenar pero antes trabajó en el Piedad, en el Nuevo Beti Piedad y, finalmente terminó sus últimos años de bajura en el Kaximirona.

El kaximirona en una foto más actual.
Kaximirona saliendo de Getaria.

Si visitas los pueblos pesqueros del País Vasco es muy probable que acabes conociendo a personas que han vivido o viven de la pesca de bajura. Gentes que han dedicado sus años en la mar, en los puertos o en una conservera. Manos que trabajan con destreza y rapidez, corazones valientes, maneras austeras, a veces un poco bruscos pero siempre hospitalarios y bondadosos.

Son vidas duras. La mar curte y aleja a los marineros de casa.

Qué duda cabe que la vida de estas familias está fuertemente marcada por el mar, protagonista de todas sus vidas.

Esti siempre ha sentido la ausencia de su padre. Recuerda toda su infancia y adolescencia sin su presencia. Su aita se embarcó por primera vez a los 14 años y se bajó del barco a los 56, cuando se jubiló. Su casa era el barco. Su ama, Merche, como otras tantas, fue la que llevaba la casa y la familia, y quien tomaba todas las decisiones en soledad.

Juan Mari fue marinero por necesidad. Luego llegó su vocación y su pasión. El barco y el mar han sido su vida. Adoraba su trabajo y a día de hoy mantiene un lazo muy grande con ese mar que a veces fue bueno con él pero otras, no tanto. En dos ocasiones a punto estuvo de no volver sano y salvo a tierra por la mala mar, recuerda su hija.

Esti reconoce que, aunque siempre le echó en falta, le dejó grabadas enseñanzas como «a la mar hay que respetarla pero jamás temerla». Juan Mari siempre ha tenido muy buena vista por eso era el encargado de subirse al mástil en todos los barcos para ver «las manchas del pescado» y avisar a sus compañeros que se apresuraban con el cebo.

Admira mucho a su padre y hoy sí pude disfrutar de él a tiempo completo. Le hace gracia cuando le ve enganchadísimo a una App desde la que controla dónde están faenando los barcos y le da ternura el estrecho contacto que mantiene con todos los que fueron sus compañeros, su otra familia.

Hoy todo lo hace en tierra porque Merche le prohibió subirse a ningún otro barco tras su jubiliación. «Ni grande ni pequeño». Merche sí que es grande. Ay, estas mujeres fuertes. Admiración.

El mundo de la mar: crudo y con historias maravillosas.

Anécdotas hay un sinfín. Si le pedimos a Guimerans cuáles se le han quedado grabadas -de las muchas que recuerda- podría ser aquella vez en que casi se congelan del todo en las frías aguas de Rock All (Escocia), cuando efectuaban pesca de arrastre y el propio barco parecía un cubito de hielo.

Guimerans soportando las bajas temperaturas y rodeado de hielo incrustado en el barco.

Otra, la campaña en las Azores, en la que no pescaron nada por mala mar, pasaron la mayor parte del tiempo en puerto y volvieron después de tres meses con las manos vacías y pintas de Robinson Crusoe.

pescadores en azores con mala mar
Los pescadores vascos en las Azores sin pescar nada, dentro del barco.

Los TXO: los jovencitos en bajura.

Aunque casi siempre ha trabajado en bajura (los últimos 25 años saliendo del puerto gipuzkoano de Getaria), también hizo algo de arrastre y pintxo. Al empezar con otros chavales con apenas quince años a «los jovencitos» en bajura los llamaban TXO. Eran los «comodines» en los barcos. Ayudaban al cocinero, servían el café a sus compañeros y realizaban pequeñas tareas de apoyo mientras iban aprendiendo el oficio.

Fue en aquella época cuando vivió algo insólito. En octubre de 1971, con 15 años, le tocó presenciar la erupción del Teneguía, volcán de La Palma (islas Canarias). Inmediatamente dejaron de pescar bonito del norte para ayudar a la gente de la localidad Fuencaliente a salir con las batelas, embarcándola para trasladarla a otras zonas de la isla. Fue una de las experiencias más intensas de su vida, ¡y siendo un niño! Y es que fue testigo del nacimiento de un nuevo volcán, entre atronadores sonidos y situaciones de pánico entre los habitantes de la zona.

Muchos años más tarde, estando de vacaciones en la Gomera, la guía de la excursión contó la historia que tantas veces había escuchado a su abuela, una de las mujeres que Guimerans rescató aquel 26 de octubre de 1971. Mundu txikia. Piccolo mondo. 🙂

Reencuentro tras media vida subido a un barco.

A mí siempre me ha causado mucha curiosidad cómo es esa vuelta a casa tras años viviendo en la mar lejos de casa y con relaciones mucho más estrechas con tus compañeros que con tu propia familia.

En el caso de los Guimerans no pudo ser mejor. Aún joven, con muchos años por delante para disfrutar en su hogar, hace planes junto a Mertxe, viajan y dedica mucho tiempo a su nieto Iñigo, adolescente con el que ha conectado de forma especial, haciendo planes que no pudo hacer con su hija.

Su pasión, además de controlar durante la temporada la ruta de los barcos de bajura, es hacer maquetas de barcos pesqueros. La del Antxustegi puede contemplarse en el museo marítimo de Bilbao. Él faenó en aquel barco y le tiene mucho cariño.

Marta Olass

Gracias a mi compañera Esti Guimerans y a su familia por compartir el material y las enriquecedoras historias que son vidas complejas y apasionantes del Cantábrico. Las de un Txo que se convirtió en un gran Lobo de Mar.

Maqueta inferior del Antxustegi, hoy en el Museo Marítimo de Bilbao.

No Comments

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.